miércoles, 5 de mayo de 2010

Pastelada nocturna

Tu sonora sonrisa
anoche
se deslizaba, derretida,
entre mis manos.

Tus dedos dibujaron
mil y una noches
por cabello que en mi cabeza
acariciaron.

¿Y esta noche dónde estás?

¿Por qué no puedo tener en mi cajita
cerradas con llave tus caricias
para mis momentos de soledad?

Esa sensación extraña
que parece que el universo entero
cabe justo en un cuarto pequeño,
que viajar al extranjero
es salir de una cama,
que sólo encuentro mi hogar
entre tus brazos
y el descanso en tu almohada.

Esa sensación,
¿dónde está esta noche?

Parezco un niño pequeño
que no puede dormir si no me arropas.
Un borracho que esta solo
y vacía está su copa.
Un perro madrugador y triste
si no me tocas,
si no me das
por una noche más
un sorbo de tu boca.

Ven mañana a tomar un café,
a contarme una historia,
a reír conmigo en cualquier calle.
Ven conmigo bajo la lluvia,
a escapar de un mundo sin sentido,
donde el cariño no es debidamente reconocido,
ni te paga el alquiler ni la cesta de la compra.

En un mundo tan oscuro,
tan vacío y tan nocturno,
esta noche,
sé la luz a la que sigo.

Deshazte entre mis manos.
Báñame de tu perfume
de magnolias y narcisos.

Ven a darme abrigo.

Ven y susúrrame al oído
una líquida sonrisa.

Ven y bésame,
y víveme que yo te sigo.

Y déjame que yo te viva.
Y sígueme…

y quédate conmigo.